Gestión Integral de Salud y Educación de la Familia (GISEF)
Somos una institución no gubernamental, fundada y constituida en 2005 bajo las leyes de la República Dominicana que rigen las asociaciones sin fines de lucro. Fuimos incorporados por la Procuraduría General de la República en el año 2006.
Nacimos con el objetivo principal es elevar la salud y educación de familias dominicanas vulnerables a través de proyectos integrales en las áreas de salud y medio ambiente, educación, generación de ingresos, acceso a las tecnologías de información y recreación, propiciando oportunidades de desarrollo de forma más justa y equitativa, logrando así mejorar su calidad de vida.
Principio fundamental
Contribuir al crecimiento sostenido de los beneficiarios.
Nuestro compromiso
Que nuestros beneficiarios encuentren verdaderas alternativas para el desarrollo personal y de su comunidad.
Nuestra historia
Gestión Integral de Salud y Educación de la Familia (GISEF) fue concebida por María Esther Fernández Cedeño, economista de profesión, quien luego de acumular muchos años de experiencia en organizaciones no gubernamentales con programas que impactaban de forma positiva miles de vidas en la población más vulnerable del país, decidió continuar con una obra social que beneficiara a la familia como núcleo principal de la sociedad, sintiendo la necesidad de dar atención especial a jóvenes y envejecientes.
Para ella se trata de un compromiso y un deber apoyarlos de alguna forma y darles oportunidades para superarse.
Su padre era chofer de autobús. Sa madre, ama de casa. La prole, ocho hijos: seis mujeres y dos hombres. Una familia con pocas oportunidades económicas y sociales, pero que aferrándose a la educación construyeron un futuro mejor.
¿Cómo sucedió esto?, ¿qué marcó la diferencia? Definitivamente que la familia.
“Esta reflexión y mi propia experiencia me impulsaron a formar una organización sin fines de lucro cuyo objetivo principal es fortalecer a las familias como un soporte indiscutible del avance y desarrollo de la sociedad”.
María Esther Fernández
La bujía inspiradora -relata- fue su madre, Alba Cedeño.
El ejemplo que daba cada día cuando, aun en medio de la pobreza, se preocupaba por niñas y niños en condiciones de vulnerabilidad. Dulceros, limpiabotas, panaderos o mercaderes. Ella se ocupaba de facilitarles comida, uniformes, útiles escolares, aunque tuviera que salir a pedir puerta por puerta, porque “en esta casa se estudia”, les decía, señalándolos con el dedo índice.
Así, la familia creció viendo cómo “siempre hay algo que dar y hacer por el prójimo”. Del mismo modo, doña Alba se preocupaba porque sus hijos estudiaran. Ella, con apenas un sexto grado, era quien supervisaba las tareas, y en épocas de exámenes se convertía en reloj y coach y, su casa, en una especie de sala de tareas del barrio, tarde, noche y madrugada.